Mi dueño, mi amo, mi hombre, mi todo

Lo esperaba ansiosa, con ganas de sentir su deseo en su lengua enroscándose con la mía, con sus labios succionándome el clítoris hasta estar chorreando baba dulce como caramelos, de sentirme poseída por él: mi dueño, mi amo, mi hombre, mi todo.

Veníamos de transitar días distantes y algo ausentes con lo cual esa noche decidí sorprender a Bruno como a mi misma.

Extrañaba su voz dándome indicaciones, pero también susurrando y expresando todo su placer casi gutural y cavernícola, sus manos, sus besos y sus palmadas en mis nalgas, su pene mojado y presente, extrañaba que modifique mi conducta, extrañaba perder la razón.

Lo esperé maquillada como a él le gusta, con piel de porcelana como esas muñecas rusas, con tacos, piernas desnudas e infinitas como él dice, pezones parados tiesos para ser succionados y con una tanguita bien diminuta, bien de perra para despertar su olfato de lobo en celo.

Estas hermosa Mía... la noche transcurrió en plan seducción y suspicacias para terminar y comenzar con su pija entre mis labios, esa pija jadeante, tersa y suave, dura y mía como mi nombre.

Nos fundimos en un mismo ser, comenzamos a manosearnos con ganas, con jadeos y empezaron a aparecer las primeras guarradas... puta de mierda, qué buena estás... si, Bruno soy mía y tuya a la vez... me puse en cuatro para recibirlo con mi conchita lubricada empapada deseosa de ser garchada como una esclava, como más de una mujer quisiera... abrí nuestro cajón y entonces le entregué a Bruno el cinturón de cuero duro, el de cuero blando, y me puse el antifaz para ser íntegramente poseída por él... comencé a disfrutar las palmadas, las nalgadas cada vez más intensas, azotes perversos y dulces como mi flujo, me penetró con ganas, con más ganas hasta que eyaculó después de regalarle, una vez mas, mi humillación... antes de fundirme en su pecho, mi lugar preferido en el mundo y quedar exhausta una vez más le dije: Bruno, voy a transformar esto en mi primer relato... te amo.