La marqué

Sin dudas que desde que conocí a Mía en un portal de citas, mi vida cambió. Más allá de tener una compañera ideal en donde hablamos hasta por los codos cada vez que nos encontramos, sexualmente es la mujer de mis sueños. Sumisa, complaciente, apasionada por todo tipo de perversiones o morbos, sabe contener la intensidad de su macho. Quiere descubrir lentamente su lado masoquista, como si el tiempo no importara. Jamás me he sentido tan a gusto como ahora.

Enloquece a cada propuesta que se me ocurre cuando entro en modo sado, arranca rechazando todas mis ocurrencias, “qué te pasa?”, me vocifera. “Estás loco?” termina diciéndome siempre. Pero algo le queda en esa cabecita. Con el tiempo ya pasa a decirme “a vos te parece?” para terminar esgrimiendo una sonrisa por lo bajo y mirar hacia el piso y girar la cabeza hacia ambos lados.

Recuerdo un día, después de tener sexo en su casa y terminar exhaustos, decidir darnos un baño. Debajo de la ducha el juego era enjabonar a Mía y después ella a mí. El roce de los cuerpos era super excitante, nos estábamos encendiendo de nuevo, pero cuando le tocó el turno a ella y tomó el jabón para acercarse a mi pija, la miré fijo y le ordené que se arrodillara y no me saque los ojos de encima. Mía ya no podía dar marcha atrás, ya se sentía una vez más doblegada, vencida y entregada por su propia calentura. El olor a morbo otra vez empezó a sentirse en el ambiente.

Y así lo hizo. Mía se arrodilló y se quedó mirándome. Ya suponía lo que iba a suceder y sólo atinó a esperar ese momento. Tenía ganas de mear y así lo hice. Y la marqué. Todo su cuerpo recibió mi lluvia dorada. Veía como la inundaba y la rodeaba, mi sensación fue increíble, jamás había sentido tanta posesión sobre una mujer y a la vez quererla tanto. Encima veía su cara recibiendo mi lluvia y aceptando la situación. Es una buena chica.

Cuando terminé, lo primero que atiné fue volver bajo la ducha y abrazar a Mía fuertemente sobre mi pecho, ella como una nena se quedó pegada a mí y así estuvimos un tiempo incontable. Cada paso que damos en estas sesiones es como permitirme adueñarme de ella. Y Mía lo disfruta de una manera especial.

Luego seguimos como si nada fuera de lo normal hubiera ocurrido, tomando un café en su living hablando de nuestros temas, como siempre hacemos cuando estamos juntos.

Amo la cabecita de Mía.