Oídos sordos

Cuanta pasión se puede sentir en el instante más caliente de una sesión? Cuánta intensidad se le puede proporcionar a una sumisa? Cuánta misericordia tendríamos que manifestar o en realidad ocultarla? Existe la compasión después de que haya terminado todo?

Si, Mía… sos la mujer más maravillosa que pude haber encontrado, no paro de pensar en todo momento, día tras día y hora tras hora, en tu entrega tan espontánea, tu rendición tan sincera, tu sumisión tan clara y directa, tan honesta…

Te confieso, hermosa, que lo que hice el otro día no fue premeditado, no planifiqué nada de lo que sucedió, ni me puse en el papel de amo sádico para representar ninguna parodia ni jugar a ningún juego que se me haya ocurrido. Después de tanto leer en internet, de investigar en distintos blogs, además hablar tanto sea con amigos como con amigas de este maravilloso ambiente, resulta ser que al final, terminé permitiendo que todo fluyera naturalmente terminando con una característica que me surgió que me dejó pensando durante días… la de hacer “oidos sordos”.

Recuerdo bien que estábamos esa tarde en la cama como siempre, semidesnudos, queriendo ver alguna serie de Netflix, y vos estabas con ese camisón y nada de ropa interior. Esa ropa te queda de pinturita, te marca el cuerpo de una manera muy sensual y al ser tan corto, deja tu cola y tus piernas al descubierto como ofreciéndomelas para que las tome en el momento que yo desee. 

Me acuerdo también que no funcionaba la serie que queríamos ver, y que después de varios intentos terminamos por desistir de verla. Apagamos la TV y fue solamente vernos a los ojos para empezar a calentarnos como ya es nuestra costumbre. 

Mia. Hacía tiempo que yo no estaba tan caliente viendote en la cama al lado mío con tu mirada de siempre, como ruborizándote al estar yo cogiéndote con la mirada. Fue tomarte, besarte en tu mejilla y decirte bajito al oído .- Andá a hacer tu trabajo. Y vos ya sabés cuál es tu tarea, solita bajar hasta mi entrepierna haciendo caso a esa orden, con la alegría de recibirla y con la calentura de ejecutarla, cosa que me hace parar la pija como un garrote. 


Bajaste a chuparme la pija, tu boca abrazaba toda mi verga con pasión, seguiste después a besarme los huevos y las piernas, es en ese momento donde tus besos y tu lengua jugando por esa zona me provoca humillarte y considerarte una verdadera puta en estas cuestiones. Vos solamente con un gemido al no poder decir palabra alguna, me estabas aprobando una y cada una de mis contestaciones. .- Naciste para esto. .- Siempre fuiste una puta. .- Por fin encontraste un amo que te someta, pedazo de puta! 

Después llegó el momento en que comenzaste a arrastrarte y a chuparme el culo como creo que nadie se lo haya hecho a nadie en esta tierra, mientras con tus manos sujetas mis piernas por miedo a que me fuese a algun otro lado, queriendo sentirte dueña de esa zona, afirmando que siempre fue tuyo todo eso y que solamente había que esperar el momento de conocernos. 

- Ah que puta sos, Mia, una hija de puta comiendome el culo. Qué bien me lo chupas, pedazo de arrastrada. Este es tu trabajo, quiero que lo sepas, estas hecha para hacer esto, y ahora que te conocí, estas hecha para mi. 

.- Sí, papito, todo lo que vos digas, voy a hacerlo… 

.- Escuchame pedazo de puta, ahora te voy a coger, veni y acostate. 

Inmediatamente te acostaste en la cama para recibirme y empezamos a coger de manera salvaje. Te embestía con la pija de una manera que quería hacerte sentir que fuera la última vez que estuvieras conmigo. Y la calentura fue tal que de mi cabeza empezaba a salir las cosas más perversas y morbosas que jamás pensé que fueran a aflorar. 


En un momento te reiste por algo mientras te estaba garchando y una bofetada te hizo entrar en razón de que con el Amo no se jode. .- Qué te pasa, putita? .- Nada mi amor, nada… perdoname. Empezaste a tomar conciencia de que tu Amo empezó a sacar todo su lado sádico y perverso y a querer someterte de manera brutal. Tu cara de preocupación al principio varió en un segundo en llanto al recibir mis embestidas y al sentirte absolutamente tomada, sin descanso, sin defensa, a total merced mía. Tu momento más bestial. 

.- Ahora te vas al piso y te acostas ahi, pedazo de puta. 

.- No Bruno, no quiero. 

Mis embestidas cada vez eran más fuertes y mi cara era cada vez más severa. Un par de bofetadas te hicieron sentirte derrotada y al final, llena de excitación, aceptaste. Recorda que una sumisa se excita al tener que cumplir las órdenes de su Amo. 

Fuiste al piso y te quedaste acostada ahi unos minutos, 4 ó 5 tal vez. Una materia más que aprobaste, Mia. Aunque no te gustó estar ahí y me lo hacías notar hablándome desde el piso sin levantarte. yo hice oidos sordos, Mía. Es que estábamos llegando al climax de la relación D/S. Luego de ese largo tiempo te dije: 

.- Arrodillate en el piso y hace tu trabajo conmigo, putita. 


Verte acatar órdenes como una verdadera esclava es lo más fuerte que le puede suceder a un Amo, te arrodillaste en el piso y te acercaste a mi. Yo estaba acostado en la cama y llegaste sin inconvenientes a adorar otra vez toda mi zona como tanto te gusta hacer, dejándome la pija nuevamente como un garrote. 

.- Vení que te voy a coger, pendeja de mierda. 

Otra vez saltaste a la cama con una calentura propia de un animal en celo. Eso sos Mïa cuando estás conmigo, es difícil explicártelo o darte vos cuenta de lo que hacés. Por eso siempre te digo .- Alguien tiene que mirar esto, hermosa. En otro momento te contaré por qué lo digo y cómo lo vamos a hacer. 

Te volvi a coger con la misma fuerza con la que tenía cuando arrancamos, o quizás mas… solo se escuchaba tu llanto desconsolado, no parabas de llorar y de pedir clemencia, que pare un poco, pero no pude, Mia. Mientras te estaba cogiendo no paraba de azotarte el culo y la espalda con mis manos y decirte lo que sos. Es que ya sabes lo que sos, una verdadera sumisa de su Amo que cuando se enciende, hay que aguantarlo y apagarlo. 

Tomaste mi leche como corresponde, como parte de tu entrega para conmigo, una orden acatada desde hace ya tiempo. Verte eso es también seguir rubricando esta relación que tan bien nos hace, Mia… quedamos tan exhaustos cuando terminamos que no pudimos ni decir palabra. Te acostaste sobre mi pecho, empezaste a regular la respiración a los niveles normales y después me regalaste tu sonrisa como agradeciéndome que me terminó enamorando, Mía. No podías hablar por el agotamiento. En un par de minutos, te desmayaste y te dormiste sobre mi pecho hasta que el día terminó y empezaba la noche a asomarse por tu ventana. 

No pensé que fuera tan excitante hacer oidos sordos, tan intensa la tarde y tan emocional la situación. Gracias, Mía. 

Mía se ha convertido en mi “esclava” única. Gracias a ella vuelvo a tener la imaginación de un sádico. 

Volveré, como siempre, mi cabeza está siempre activa.

Comentarios

  1. Uf intenso relato.

    Nosotros tambiém jugamos a decirnos guarradas que nos ponen mucho, especialmete a mi spankee le gusta mucho que la llame mi 'putita'.

    ResponderEliminar
  2. Desde luego genial... y las fotos estupendas... un saludo desde Murcia.

    ResponderEliminar
  3. Un relato con alto grado de erotismo y entrega
    Saludos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Mis relatos más visitados