Mis primeros azotes

Acá me encuentro sentado frente a mi computadora tratando de recordar cómo, cuándo y dónde fueron mis primeros azotes a Mía, mi chica tan linda, mi mujer inmensa, mi sumisa incondicional, mi hembra dulce y sensual, única, capaz de poder convertirme con sus actitudes en el ser más poderoso de este planeta.

En realidad tengo imágenes en mi cabeza de pequeños momentos y distintos entre sí, en donde ahora, recopilando, descubro que Mía desde su inconsciente no paraba de enviarme señales de confesarme sus más oscuras perversiones en este mundo tan dogmático, donde nos quieren enseñar cómo tenemos que comportarnos ya sea como niños, adolescentes, adultos o mayores.


Recuerdo mi primera secuencia. Siempre que paso a buscar a mi chica a su casa, ésta me recibe “montada” cuando se da la ocasión. Al entrar a su living -tengo sus llaves y dispongo de su departamento las veces que se me ocurra-, una verdadera hembra sale de su dormitorio a recibirme. Mini super corta -imposible de salir a la calle con esa falda- sin bombacha, tacos, remera cortita y el pelo siempre recogido para regalarme su cuello. Se me cuelga en mis hombros cuando llego y es ahí cuando empieza a despertarse el “indio” que hay en mí. La hago pasearse por el living, arrodillarse para saludarme como corresponde y hasta la hago caminar en cuatro patas hasta acercarse a un sillón, en donde me encuentro ya sentado con la pija bien dura intentando que se acerque como una perra para chupármela como una posesa. Una puta que está horas esperando que su macho entre en su casa, produciéndose con sus maquillajes y esas ropas tan estrechas exclusivamente para mí, y que disponga de ella como quiera. Resulta que en una vez de esas tantas, cuando la sostenía del pelo con una mano, con la otra me salió una nalgada que le hizo temblar la cola. No pude evitarlo. Ahí ví a Mía que sólo atinó a bajar la mirada y a quedarse inmóvil, como regalándome su cuerpo para que yo pueda expresar toda mi intensidad en ese momento, no paré de nalguearla mientras ella estaba abrazada a mi cuello emitiendo algún gemido de placer, queriendo disimular su sumisión de alguna manera, algo que después con el tiempo carecería de sentido después de tantos encuentros y conociéndonos cada vez más. 

Otra vez en un paseo matutino, vimos en un negocio de ropa un cinturón a precio de oferta. Mía me dijo que no dude en comprámelo porque el que tengo está viejo y gastado. Así fue que lo compré, el cuero era muy duro pero me quedaba bien. A los quince días, al ponerme el cinturón se me salió la hebilla y se rompió todo, me quedé con el herraje en la mano y el cuero en la otra. Después de maldecir al negocio que me vendió una porquería, estaba a punto de tirarlo a la basura cuando Mía me dijo que lo podíamos guardar para otras cosas más divertidas. Entendí ese mensaje de una manera tal que la pija se me paró de un respingo y a partir de ahí hasta el día de hoy, ese cinturón forma parte de nuestros juguetes BDSM que usamos de tanto en tanto. 

En otra ocasión, un domingo por la mañana la muy puta de Mía cuando nos despertamos en su cama me pidió que la azote en la cola explicándome incluso la manera, sin dejar la palma después del golpe, sino como rozándola de manera fuerte y seguir el recorrido de mi mano hacia arriba y adelante, me explicaba con la respiración entrecortada que eso le generaba ardor pero no dolor, imagínense el tiempo que estuve zurrándola a mi chica. Sin duda que su camino era inevitable. 


Otro día me dijo que la azote diez veces porque las quería contar, se puso boca abajo en la cama y se quedó quietita mientras procedí con su pedido. Cuando terminé, me pidió que siga otras diez veces porque me las iba a contar en inglés. Mi cabeza estaba explotando de calentura mientras la azotaba a la muy puta mientras contaba en otro idioma. Al terminar me dijo que siga porque iba a contar otras tantas veces en francés!!! Seguí mi faena y cuando llegué a diez, me dijo que quería contar en alemán... No se pueden imaginar lo que era mi sensación de posesión hacia esa mujer que yacía en su cama recibiendo azotes con mi mano ya colorada. Fue tan lindo ese momento que ese día me la cogí abrazada a mi sin soltarla en ningún momento. 

Y el momento del examen final de esta hermosa práctica fue una vez en mi casa. Tengo cama con barrotes, entonces la pude atar de pies y manos, la dejé un buen rato en esa posición para que se acostumbre y se acomode, tomé el cinturón de cuero duro, ese que me había comprado en el negocio, y le di fuerte una y otra y otra vez en su cola hasta que aprendió a pedir por favor y a lloriquear de dolor. Estaba tan hermosa amarrada a mi cama mirándome con esos ojos de entrega que jamás olvidaré ese momento. 

A tal punto es tan lindo esto que hacemos que hace un tiempo Mía guardó dentro de sus juguetes un cinturón de cuero más blando, rojo, que ella ya no quiere usar más porque también estaba viejito, lo usamos bastante a menudo, me lo enrollo en mi mano y le hago salir la punta hacia afuera a manera de látigo. Su ofrenda para que le siguiera dando su merecido fue de los mejores regalos que he recibido en mi vida. 


Todavía hay veces que sigue diciendo “basta”, en ocasiones pide que pare, pero sé muy bien que trabaja en eso tratando de querer evitarlo, me lo ha dicho, todavía le cuesta a veces salir de esta tierra y entrar en ese submundo tan hermoso como excitante y atrapante. Sé que el máximo responsable de que deje de decir esa maldita palabra soy yo pero sinceramente ya casi está quedando en el olvido. 

Creo que les expliqué la transición en estos meses de cómo las cosas se fueron dando, la paciencia que le tengo a mi hermosa mujer hace que pueda convertirla en un diamante, en la admiración de cualquier sumisa que sepa de su vida y de cualquier amo que reconoce en estos relatos 100% reales que el camino a recorrer es más lindo que el final del mismo, pero por sobre todo, en la mejor compañía que puedo tener en esta vida. 

Mia se ha convertido en mi “esclava” única. Gracias a ella vuelvo a tener la imaginación de un sádico. 

Volveré, como siempre, mi cabeza está siempre activa.

Comentarios

  1. El proceso es la clave del exito. Sin expectativas, solo disfrutar del proceso y vivirlo al maximo, quedara por siempre

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