En un pueblito

Un percance que tuvo un amigo de Mía la obligó a mi chica a necesitar viajar a un pueblito distante 300 km de nuestra ciudad para solucionar un problema. No sabía cómo decirme que tenía que dirigirse a esa pequeña localidad y entonces le dije que la acompañaba con mucho gusto.

.- Mía, te ayudo en lo que pueda y nos quedamos uno o dos días, los que hagan falta para que soluciones tu tema, y si puedo colaborar, mejor aún.

.- Gracias Bruno, si no te parece mal, podríamos ir el otro fin de semana, es una escapada, tomamos un micro de larga distancia y trato de solucionar este tema que realmente me tiene muy estresada.

.- Contá conmigo.

La sonrisa de Mía es indescriptible. Esa mezcla de agradecimiento, felicidad y entrega son lo que más me gusta ver de ella. En ese mismo instante se puso en campaña para armar el pequeño viajecito, que además de ser muy corto no dejaba de ser improvisado. Pero ella siempre se las arregla para tener todo ordenado.

Salimos ese fin de semana para ese pueblito, el micro estaba más vacío que lleno, estábamos charlando y un poco muriéndonos de calor en ese micro y de repente, beso va y caricia viene, la tomé del brazo y la llevé al fondo del micro.


Había unos cuantos asientos vacíos y noté que la gente estaba cada uno en la suya con su celular haciendo vaya a saber qué cosa. Le dí un beso tan fuerte que castañetearon nuestros dientes y mientras tanto me estaba aflojando el pantalón para sacar mi pija afuera. Mía ya se imaginaba cómo iba a continuar la historia, y así fue…

Yo sentado en el asiento de la ventanilla y Mía agachada en el otro asiento para poder acercarse y chuparme la pija como a mí me gusta, fue un largo momento en donde mi chica entra a ese subespacio de entrega y pasión, nada le importa, y se juega a arriesgarse a que alguien la pueda ver. Cuando paraba y subía para darme un beso, la miraba fijo diciendole que siga, que yo no le había dicho que terminara, y ella sin titubear, volvía con su faena hasta que fuera yo quien dijera basta. Sin duda que Mia es una nena obediente y le gusta recibir órdenes.

Una vez llegado al pueblito fuimos a un hotel de última categoría, de los tantos que hay por ahí, un hostel de paso; recuerdo que nos dieron una habitación al lado del lobby, la número 2 creo, planta baja, chiquito el hotel, chiquito el lobby y chiquitas las habitaciones, todo muy rudimentario… igual nuestra idea era parar para dormir y nada más y una vez que Mía terminara sus cuestiones, nos volvíamos a nuestra ciudad.

Fue un peregrinar de Mía, yendo de un lugar a otro, hablando con su gente, y realmente, solucionando problema tras problema. Una leona es ella, me gusta cómo es, con su carácter fuerte y hasta transgresor, enfrentando las cosas y diciéndolas tal cual son.

Cuando llegamos al hotel y entramos a nuestra pequeña habitación, Mía estaba agotada pero feliz por haber resuelto los problemas suscitados, se sacó toda la ropa por el calor que hacía y se acostó en la cama, yo al caminar por la pequeña habitación la veo desnuda boca abajo recostada y se me despertó el lado sado que tengo en mi lado izquierdo del cerebro.


.- Mía, que buena estás, me estás calentando.

.- Mi amor, esta habitación me está poniendo caliente también.

.- Tengo ganas de reventarte, sabes.

.- Bruno, haceme lo que quieras.

Me paro frente a ella y luego de desabrocharme el pantalón para que prosiga su tarea de chuparme la pija tal como lo había hecho en el micro, ve que empiezo a sacarme el cinturón del pantalón, que lo doblo en dos, que lo tomo de la hebilla y que empiezo a mirarla fijamente.

.- Pedazo de puta, que bien que chupas la pija, pero ahora vas a acostarte boca abajo y cuidadito con decirme BASTA.

Mía tuvo un momento de nervios, miedo, excitación e indefensión, pero es una chica sumisa que acata lo que le diga, así que sin más ni menos, se acostó en la cama y agarró fuertemente la almohada que tenía bajo su cabeza para poder sostener ese momento de tensión de alguna manera.

.- Ahora vas a ver, hija de puta, te quedás quieta porque voy a reventarte y vas a aprender a bancartela, sabes.

Le puse una manta sobre su cuerpo porque yo sabía que la fuerza que iba a poner en los azotes no la iba a poder controlar. Y así fue. Los cintazos que le daba sobre su cola y espalda fueron tremendos, muchos, sonoros, hasta sentía que se me salía el hombro de lugar. Los gritos de Mía empezaron a retumbar en la habitación, se agarraba fuertemente de la almohada pero ni se movió de donde le dije que se quedara quieta. Es una buena chica.

Cuando ya le di su merecido (en otros relatos contaré cómo es que Mía busca esas situaciones ya que en el fondo es masoquista y yo sádico, una pareja perfecta!), le tiré el cinturón sobre el cuerpo y le dije…

.- Ahora te voy a coger!

Inmediatamente Mía entendió la consigna y se dio vuelta para ponerse boca arriba y recibirme, yo tenía la pija dura como un garrote y luego de escupirle su concha mojada, solo tuve que subirme sobre ella para empezar a garchármela y besarla y decirle que la amo profundamente.

Mía solo atinaba a recibir mis embates, me abrazaba, yo la tenia sujetada del pelo con una mano y del cuello con la otra, ella estaba realmente agotada y me agradecía por tanta intensidad.

.- Cogeme, Bruno, cogeme por favor, asi, asi…

.- Ahora vas a tomarte mi leche pedazo de puta, preparate.

Saltó de la cama para arrodillarse a mis pies y recibir todo el semen que tenía para darle, ella se lo tomó toda sin chistar, me dejó la pija bien limpia como hace siempre conmigo y después cuando terminó de tragarse hasta al ultima gota, vino a cobijarse entre mis brazos y a dormir como una nena que tuvo un día agitado.

Seguramente todos en el hotel habrán escuchado nuestros gritos, bah, en realidad los de Mïa. No nos importó nada, incluso a la mañana siguiente cuando nos levantamos para desayunar. Tampoco prestamos atención si hablaban de nosotros, solamente nos mirábamos con incredulidad por lo terrible que había sucedido la noche anterior.

Mia se ha convertido en mi “esclava” única. Gracias a ella vuelvo a tener la imaginación de un sádico.

Volveré, como siempre, mi cabeza está siempre activa.

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